EL
MUNDO
3 junio
2024
Examen
a las dietas altas en proteínas: ¿ángeles o demonios?
Boticaria García
Para algunos las dietas altas en
proteínas son Belcebú mientras que para otros son la panacea. Y ahora viene lo
realmente importante: ¿qué dice la ciencia de todo esto?
La ciencia nos dice que las dietas altas en proteínas sí
pueden ser útiles para mantener la pérdida de peso. Las posibles razones son:
1.
Son más saciantes. Cuando la ingesta de proteínas es elevada
se liberan hormonas de la saciedad, como la leptina, y disminuye la liberación
de hormonas del hambre, como la grelina. Como
consecuencia, estar más saciado puede ayudar a disminuir la ingesta de energía
y a mantener con éxito la pérdida de peso.
2.
Las proteínas tienen un mayor efecto térmico de los alimentos
(ETA). ¿Eso qué quiere decir? El efecto térmico es lo que gasta tu cuerpo
después de comer para procesar y utilizar los alimentos. Podríamos decir que al
cuerpo le cuesta más trabajo desmenuzar y metabolizar las proteínas de un
filete que los hidratos de carbono de la pasta.
3.
Comer proteínas favorece que se mantenga la masa muscular
después de perder peso y esto contribuye a un mayor gasto energético en reposo.
¿Qué es una dieta alta en proteínas?
Se recomienda que la ingesta de proteínas para adultos sea
de 46 a 56 g o 0,8 g/kg de peso corporal ideal por
día. Si el consumo de proteínas en la dieta supera los 0,8 g/kg/día, se
considera una dieta alta en proteínas. En general, si queremos seguir una dieta
rica en proteínas, estas deben suponer aproximadamente el 30 % del total de
calorías diarias o de 1 a 1,2 g/kg del peso corporal ideal por día.
¿Es peligrosa una dieta alta en proteínas?
Se ha hablado mucho sobre que las dietas ricas en proteínas
pueden ser perjudiciales para los riñones. Es cierto que la proteína procedente
de carne roja puede aumentar el riesgo de enfermedad renal crónica, pero no se
observa este efecto con las proteínas de los lácteos desnatados, el pescado y
los mariscos. De hecho, si las proteínas provienen de las frutas y verduras, en
realidad, su consumo podría dar lugar a un efecto protector renal.
En adultos sanos las dietas altas en proteínas no influyen
negativamente en la función renal, aunque podría existir un mayor riesgo de
formación de cálculos renales. En relación a los estudios que vinculan el
consumo elevado de proteínas con la enfermedad cardiovascular, este efecto
también está directamente ligado al consumo de carnes rojas y procesadas.
En resumen: no solo importa la cantidad, sino de dónde se
obtenga la proteína. Cuando proviene de alimentos distintos a las carnes rojas
y procesadas, los potenciales efectos negativos de las dietas hiperproteicas
disminuyen. ¡Importante! Teniendo en cuenta que la obesidad está asociada con
la enfermedad renal crónica, la ingesta alta de proteínas a largo plazo,
especialmente de origen animal, debe ser monitorizada de cerca en pacientes con
obesidad.